Como todo en un inicio, la creación de Por Un Buen Mundo empezó con un sueño. Ayudar a la gente que lo necesita; uniendo las piezas de un rompecabezas de ideas hasta formar una imagen, la imagen de un buen mundo. En este mundo la gente tiene derecho al amor, a un hogar, alimento, educación, un trabajo, a recibir ayuda cuando la necesita y darla también.
Nos unimos con tu causa porque la unión hace la fuerza, porque lo que te mueve nos mueve. Había ya un motor, una motivación, pero la llave que encendió ese motor existente fue escuchar a mi mamá contarme que una amiga de ella estaba perdiendo poco a poco la movilidad de su cuerpo y pronto no podría tragar los alimentos ni respirar y moriría, dejando a sus tres hijos sin mamá; había un tratamiento, pero ella no tenía los recursos.
No nos podíamos quedar con los brazos cruzados, era el momento de actuar y cuando uno quiere tener éxito tiene que actuar en grande, con intensidad y en el momento.
Gracias a la contribución de algunas personas y a que el primo de mi mamá nos dio a costo las células madre hemos podido ayudar a Noemí.
Pensé en todos los casos similares que hay, personas que conozco con enfermedades que podrían ser mejor tratadas.
Solo el 35 por ciento de los jóvenes que quieren estudiar una carrera son aceptados en la UDG, hay niños en las calles que trabajan en lugar de ir a escuelas. Dios unió los cables y se hizo la luz. Esta historia acaba de comenzar y nos encantaría que nos ayudes a escribir la continuación.
Proporcionar ayuda alimentaria o atención médica gratuita a personas en dificultades o mejorar su vivienda en México.
Ser facilitador en el proceso de donación en:
1. Dirigir los recursos para generación de empleos.
2. Beneficiar a las asociaciones de la preferencia de los donadores.
3. Proporcionar ayuda alimentaria o atención médica gratuita a personas en dificultades o mejorar su vivienda en México.
Ayuda mutua, Responsabilidad, Democracia, Justicia, Amor, Honestidad, Respeto, Valentía.
Viví en México la mayor parte de mi vida, y recuerdo que cuando era niña veía a mucha gente que vivía en la calle y pedía dinero en los semáforos; eso hacía que me dieran ganas de llorar y me hacía sentir impotente porque no podía hacer nada por ellos, pues era sólo una niña. También recuerdo que había un perico en una jaula en la verdulería que estaba cerca de nuestra casa, y yo pensé que por él si podía hacer algo; pensé que podía ahorrar dinero y que podía comprarlo para regalarle su libertad.
Un día me enteré que, aunque lo dejara libre, ya le habían cortado las alas y no podría volar, y me sentí impotente. Pasaron los años y aprendí a ni siquiera ver a la gente que estaba tirada en la calle, porque sentía que no podía ayudar a todos, incluso me sentía incapaz de cambiarle la vida, aunque fuera a uno solo de ellos. Luego ideas venían a mi mente, pero se quedaban ahí, en el mundo sin materia. Hay personas que creen que ellos viven en la calle porque así lo han decidido, que ellos son responsables de su situación, que ellos solos podrían ser capaces de salir adelante, que las oportunidades las crea uno mismo. Así que decidí vivir como uno de ellos, en la calle, durante unos días para averiguar si era cierto que alguien que se cree capaz, con una buena actitud en una situación de calle podía dejar de ser indigentes si se lo propone. A pesar de que no logré encontrar la respuesta, escribí un libro que te permitirá conocer de primera mano mis experiencias de lo que viven estas personas en tales condiciones. Este libro estará a la venta, y parte de las ganancias irán a la asociación. La razón por la que esta asociación existe es porque alguien ahí tirado en la calle, a pesar de todo, está lleno de fe en que esto iba va a ocurrir, o quizá para saciar nuestro deseo de ayudar, o tal vez es Dios actuando a través de cada uno de todos los que hacemos esto posible; yo por mi parte creo que es una combinación de todo esto y más.
Como sea que sea, gracias por estar aquí y participar. Te quiero mucho.
Soy médico francés, especializado en medicina vascular y flebología. Dentro de mi carrera tuve la oportunidad de ser jefe de la clínica de cancerología, esta experiencia me marcó. Durante esos años pude ver de cerca la muerte y el sufrimiento, y también de manera menos frecuente pude presenciar y participar en la curación de ciertas personas. Fui formado para tratar el dolor tanto físico como emocional.
Luego de quince años en el hospital sanando gente, me sensibilicé a las inigualadas al acceso de los tratamientos para enfrentar la enfermedad.
Cuando Andrea me contó cómo la asociación surgió me conmovió mucho. Tomé consciencia de esta precariedad social durante mis muchos viajes a México. País que me es muy querido por varias razones personales. Estoy convencido que si todo el mundo participa a su escala y a su manera podemos conseguir que el mundo se convierta en un buen mundo para todos. Cada uno tiene una energía potencialmente poderosa que pude ayudar al prójimo y a los niños en particular porque todos vivimos en el presente con la esperanza de un futuro que dará a luz un buen mundo.
Es mejor amar que ser amado, lo digo con convicción. Uno sólo puede amar a partir de lo que no tiene ; si uno da de lo que sobra el «don» es inexistente. Creo, y apuesto, por una vida simple, no por eso anodina, donde estar con otro y por el otro sea lo normal y no un acto de valentía y rebelión.
¿Por qué una asociación ? La palabra lo muestra, estar entre asociados con un fin común, en este caso ayudar a quien lo necesite pese a la distancia.
Como psicoanalista me encuentro encausado con lo humano (homo sum, hamani nihil a me alienum puto) que sea en la palabra y en el acto. Seamos humanos, sin que nada humano nos sea ajeno. muchas gracias.
Nací en la ciudad de México en una familia de clase media muy numerosa. A lo largo de mi vida ha habido muchos eventos que me han marcado y me han hecho crecer como persona, los dos que recuerdo con más cariño provienen de mis papás. El primero fue cuando unas señoras con sus tres hijas tocaron a la puerta de mi casa. Estaban muy sucias y en sus caras se les veía el hambre. Mi mamá les ofreció un baño caliente y comida sin pensarlo dos veces. El segundo fue cuando me enteré que mi papá solía visitar una vez al mes y apoyar económicamente a un ex empleado que no tenía familia ni recursos. Lo que mis papás hicieron fue darme un gran ejemplo de vida. Me di cuenta que a este mundo venimos a algo más que sólo cumplir metas y deseos o de esperar a ser servidos. Venimos a dar un poquito de nosotros para poder ayudar a muchos que lo necesitan, como se puede hacer visitando a un enfermo, dando palabras de aliento a quienes lo necesitan, apoyando económicamente a los desvalidos, y más. Hace 15 años tuve un encuentro con Dios y sé que el amor al prójimo es una de las cosas más importantes. Me gustaría hacer muchas cosas para beneficiar a los que más lo necesitan, sin embargo, esto es un trabajo de equipo y sólo unidos llegaremos al objetivo.
Luego de quince años en el hospital sanando gente, me sensibilicé a las inigualadas al acceso de los tratamientos para enfrentar la enfermedad.
Cuando Andrea me contó cómo la asociación surgió me conmovió mucho. Tomé consciencia de esta precariedad social durante mis muchos viajes a México. País que me es muy querido por varias razones personales. Estoy convencido que si todo el mundo participa a su escala y a su manera podemos conseguir que el mundo se convierta en un buen mundo para todos. Cada uno tiene una energía potencialmente poderosa que pude ayudar al prójimo y a los niños en particular porque todos vivimos en el presente con la esperanza de un futuro que dará a luz un buen mundo.
A lo largo de mi vida he pasado por muchas situaciones que han marcado mi vida, la más importante ha sido conocer a Dios y empezar a creerle a Dios en una relación personal y de ninguna manera en una religión, a partir de esa experiencia tengo en mi corazón la necesidad de emplear las características con las cuales fui creado para ayudar a la gente que son compañeros de vida y que en las medidas de mis posibilidades siempre he buscado como ayudar.
El tiempo pasó y la edad adulta llegó, desarrollándome como consultor de negocios y buscando siempre cómo ayudar a otros, estableciendo un día a la semana para dedicarla a la incubación de nuevos negocios para ayudar a emprendedores, a darle forma a sus proyectos, o bien buscar capitales semilla para darles el impulso que tanto necesitan. El resultado fue satisfactorio y sentirte útil en esa manera le dio mucho sentido a mi vida. Como decía mi padre “A esta vida venimos a Dar y Dar hasta que duela y a tratar de ser felices”.
Años después tras la pérdida de mi padre, piedra angular en mi vida perdí el control de muchas cosas, dentro de ellas mi negocio y parte importante de mis recursos. Debía volver a empezar, esta nueva etapa no la concibo sin incluir el ayudar a la gente y dar de Gracia lo que a mí se me ha dado de Gracia.
La Asociación “Por un buen mundo” hará mi sueño realidad: poner un granito de arena para ayudar a toda esa gente, un día a la vez y ver en una meta un sueño que se materializa.
Luego de quince años en el hospital sanando gente, me sensibilicé a las inigualadas al acceso de los tratamientos para enfrentar la enfermedad.
Cuando Andrea me contó cómo la asociación surgió me conmovió mucho. Tomé consciencia de esta precariedad social durante mis muchos viajes a México. País que me es muy querido por varias razones personales. Estoy convencido que si todo el mundo participa a su escala y a su manera podemos conseguir que el mundo se convierta en un buen mundo para todos. Cada uno tiene una energía potencialmente poderosa que pude ayudar al prójimo y a los niños en particular porque todos vivimos en el presente con la esperanza de un futuro que dará a luz un buen mundo.